despues publicare las otras.....
saludos!!!
Flambi, El Robot De Azucar
Flambi es un proyecto caprichoso, concebido por una de las mas grandes mentes científicas de Ciudad Nublada. Este hombre quería un ayudante, pero no quería uno común y corriente. Diseñaría algo que le recordara el oficio de su madre y algo que se moviera por medio de impulsos electrónicos. El resultado fué Flambi, un panque con extermidades robóticas diseñadas para moverse al ritmo de la música y llevar y traer cosas de hasta diez kilogramos. A Flambi y su conciencia choco-chip le gustaba su existencia. Cuando le preguntaban que qué era, contestaba emocionado: ¡Mandadero y bailarin!, Flambi era por naturaleza curioso pero no tenia ningun problema en seguir obedeciendo las ordenes de su amo graciosamente mientras llevaba y traía aparatos.
El desorden en la vida de este curioso panque surgió cuando el doctor escribía cómo le hacia falta un corazón para su creación más importante. Flambi quedo extasiado con esta palabra "¿Para qué funciona?, ¿Yo podria tener uno?, ¿Qué será tan importante de este órgano?" Todas estas dudas iban y venían en la mente-nuez de la curiosa criatura hecha de harina, metal y azúcar.
Un día, al cargar un zapato, no pudo más, y con una sonrisa nerviosa le pregunto a su amo: "¿Qué es un corazón?" El doctor, irritado, le dijo: "Tu no tienes, no necesitas y nunca tendrás corazón, y tienes prohibido preguntarlo de nuevo". Hasta Flambi tenía su dignidad, y le enojaba no haberse merecido una respuesta. Cuando el Doctor le pidió el otro zapato, a Flambi le dió tanto coraje que se arranco su luneta azul. El Doctor tenía suerte de no haber diseñado un panqué más poderoso.
No fué sino hasta una semana después cuando llegó el doctor con cara de felicidad y un objeto especial: un corazón en una funda de almohada. Flambi pretendía que todo seguía normal pero asombrado observaba cada uno de los movimientos del doctor, mientras trabajaba en su proyecto más celado: La Dama. El Doctor, sintiéndose observado le ordenó a Flambi que se fuera a limpiar el baño. Mientras el esclavo de harina desconsolado cepillaba los azulejos detrás del lavabo, después de horas de impotencia, salió un tentáculo de la tina, y le tocó el hombro. Flambi no tuvo tiempo de asustarse antes de empezar a bailar al ritmo del canto de la mujer pulpo. El robot de repostería bailó mientras la mujer pulpo se arrastraba hacia el laboratorio del Doctor. Cuando escuchó el silenció horrible, seguido de un grito peor, Flambi corrió, tan rápido como sus resortes que funcionaban como piernas lo permitían. Lo que vió es difícil de describir. Una mujer pulpo apoyada en sus manos, con los tentáculos en el aire, con el corazón de la funda en la boca, y un tentáculo sosteniendo cada ojo del doctor. El doctor, confundido y gritando, buscaba la mano de "La Dama" acostada, sin ser terminada, en la plancha fría del laboratorio. La escena quedaría para siempre sellada en el alma de crema del panqué. Nunca odió realmente al Doctor. Paso sus corajes, pero lo quería, y nunca lo habría dañado. El buen Doctor no merecía esto. Mientras la mujer pulpo se arrastraba a la tina, Flambi se acercaba al doctor a consolarlo, y ayudarlo. El inventor hijo de una panadera, recargado en la mesa, con la mano de la Dama en la suya, sacó una navaja de su bolsillo, y con las manos temblorosas se cortó la garganta. Flambi trató de evitarlo, pero no tenía la fuerza, y soló pudo quitarle la navaja cuando ya no tenía caso.
Enojado, corrió al corazón que había dejado caer la mujer pulpo al salir, y lo hizo trizas. Cuando el robot vió lo que tenía en las manos, no pudo pensar en otra cosa más que en huir. Armándose de valor y cobardia, corrió con sus eléctricas patitas hasta la calle, cruzó sin fijarse que casi lo atropellaban y exhausto llego a un callejón donde penso que estaría a salvo. ¿A salvo de qué? Llorando escandalostamente se enterró el trocito de corazón en lo más profundo de su interior de panque e inexplicablemente comenzó a latir. Cuando recuperó el aliento estaba bailando al lado de un basurero pues escuchaba la música que provenía de una puerta sucia y pateada. De esta salió un perro en tanga, y dijo las palabras más gloriosas que Flambi había escuchado: "¡Caray! Tu si que tienes el corazón de un bailarín... ¡Estas contratado!"
El desorden en la vida de este curioso panque surgió cuando el doctor escribía cómo le hacia falta un corazón para su creación más importante. Flambi quedo extasiado con esta palabra "¿Para qué funciona?, ¿Yo podria tener uno?, ¿Qué será tan importante de este órgano?" Todas estas dudas iban y venían en la mente-nuez de la curiosa criatura hecha de harina, metal y azúcar.
Un día, al cargar un zapato, no pudo más, y con una sonrisa nerviosa le pregunto a su amo: "¿Qué es un corazón?" El doctor, irritado, le dijo: "Tu no tienes, no necesitas y nunca tendrás corazón, y tienes prohibido preguntarlo de nuevo". Hasta Flambi tenía su dignidad, y le enojaba no haberse merecido una respuesta. Cuando el Doctor le pidió el otro zapato, a Flambi le dió tanto coraje que se arranco su luneta azul. El Doctor tenía suerte de no haber diseñado un panqué más poderoso.
No fué sino hasta una semana después cuando llegó el doctor con cara de felicidad y un objeto especial: un corazón en una funda de almohada. Flambi pretendía que todo seguía normal pero asombrado observaba cada uno de los movimientos del doctor, mientras trabajaba en su proyecto más celado: La Dama. El Doctor, sintiéndose observado le ordenó a Flambi que se fuera a limpiar el baño. Mientras el esclavo de harina desconsolado cepillaba los azulejos detrás del lavabo, después de horas de impotencia, salió un tentáculo de la tina, y le tocó el hombro. Flambi no tuvo tiempo de asustarse antes de empezar a bailar al ritmo del canto de la mujer pulpo. El robot de repostería bailó mientras la mujer pulpo se arrastraba hacia el laboratorio del Doctor. Cuando escuchó el silenció horrible, seguido de un grito peor, Flambi corrió, tan rápido como sus resortes que funcionaban como piernas lo permitían. Lo que vió es difícil de describir. Una mujer pulpo apoyada en sus manos, con los tentáculos en el aire, con el corazón de la funda en la boca, y un tentáculo sosteniendo cada ojo del doctor. El doctor, confundido y gritando, buscaba la mano de "La Dama" acostada, sin ser terminada, en la plancha fría del laboratorio. La escena quedaría para siempre sellada en el alma de crema del panqué. Nunca odió realmente al Doctor. Paso sus corajes, pero lo quería, y nunca lo habría dañado. El buen Doctor no merecía esto. Mientras la mujer pulpo se arrastraba a la tina, Flambi se acercaba al doctor a consolarlo, y ayudarlo. El inventor hijo de una panadera, recargado en la mesa, con la mano de la Dama en la suya, sacó una navaja de su bolsillo, y con las manos temblorosas se cortó la garganta. Flambi trató de evitarlo, pero no tenía la fuerza, y soló pudo quitarle la navaja cuando ya no tenía caso.
Enojado, corrió al corazón que había dejado caer la mujer pulpo al salir, y lo hizo trizas. Cuando el robot vió lo que tenía en las manos, no pudo pensar en otra cosa más que en huir. Armándose de valor y cobardia, corrió con sus eléctricas patitas hasta la calle, cruzó sin fijarse que casi lo atropellaban y exhausto llego a un callejón donde penso que estaría a salvo. ¿A salvo de qué? Llorando escandalostamente se enterró el trocito de corazón en lo más profundo de su interior de panque e inexplicablemente comenzó a latir. Cuando recuperó el aliento estaba bailando al lado de un basurero pues escuchaba la música que provenía de una puerta sucia y pateada. De esta salió un perro en tanga, y dijo las palabras más gloriosas que Flambi había escuchado: "¡Caray! Tu si que tienes el corazón de un bailarín... ¡Estas contratado!"
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